miércoles, 6 de septiembre de 2017

La ida de una gran feminista: Kate Millet

El 6 de Septiembre fallece la escritora feminista Kate Millet, conocida por su libro del año 1970 "Política Sexual". Nace el 14 de Septiembre de 1934, estudió en la Universidad de Minnesota y se graduó en 1956.

Kate Millet denunció el patriarcado como si fuese una institución que convertía a las mujeres en ciudadanas de segunda categoría, criticó el falocentrismo a través de la literatura y la academia, realizó un estudio para la vinculación entre la diferencia sexual y las relaciones de poder, pedía la disolución de la familia por ser la principal institución que reproducía el patriarcado, entre otros.

En su libro “Política sexual” se refiere al término político como las relaciones donde el poder, como grupo dirigente, mantiene el control sobre quienes domina, por tanto, hablar de una “política sexual” es declarar el patriarcado en la sociedad como relaciones de poder donde las costumbres sexuales se vuelven control para poder dominar. Por esto también, las feministas radicales se identifican con Milett, ya que hablan de centros de dominación patriarcal que tienen que ver con la “vida privada”, es decir, con relaciones de poder que estructuran la familia, vida sexual, infancia y más. De aquí nace el eslogan: lo personal es político. 

Es una gran pérdida para las feministas la escritora Kate Millet, por su aporte a la discusión actual de las feministas, por su crítica al patriarcado y por brindarnos herramientas para canalizarlas en la lucha por la igualdad, por nuestros derechos reproductivos y sexuales, y para organizarnos como un movimiento político poderoso. 

Comparto el enlace para descargar su libro "Política sexual", principal referente para la autoformación feminista: https://www.fiuxy.co/ebooks-gratis/4151581-politica-sexual-kate-millett.html 


domingo, 26 de marzo de 2017

Feminismo radical: "lo personal es político"

El feminismo radical norteamericano fue consecuencia de todo un movimiento social, político e intelectual que revoluciona los últimos años 60 y toda la década de los 70. Los fundamentos teóricos y obras que definieron conceptos fundamentales para el análisis feminista como patriarcado, casta sexual y género, fueron armadas de las herramientas teóricas del marxismo, el psicoanálisis y el anticolonialismo, en las que se destacan: “política sexual” de Kate Millet (1969) y “La dialéctica del sexo” de Sulamith Firestone (1970).
Su lema fue “lo personal es político”, puesto que las radicales identificaron áreas de la vida que hasta entonces se consideraban privadas y que respondían como centros de dominación patriarcal. A ellas se debe el mérito de haber revolucionado el sistema analizando las relaciones de poder dentro de la familia y la sexualidad.

Algunas características del feminismo radical como planteamiento fueron exigir el impulso igualitarista y anti jerárquico. Ninguna mujer está por encima de otra y con esto las líderes estaban mal vistas. El igualitarismo se tradujo en mujeres recién llegadas sin la más mínima experiencia política que podían, en situación de poder, criticar duramente a líderes o potencias teóricas dentro del movimiento, como sucedió con Sulamith Firestone, llegando a recelar de las teóricas por utilizar el movimiento para hacerse famosas. Un claro ejemplo que refleja la situación es la obra “la tiranía de la falta de estructuras” de Jo Freeman.
También se planteaban forjar nuevas formas de vida y un nuevo modelo de hombre, esto porque no estaban interesadas en la política reformista de los grandes partidos ni en las instituciones socialistas porque argumentaban que igualmente discriminaban a las mujeres, por tanto, justificaron y consideraron necesario que las mujeres se organizaran de forma autónoma e independiente, donde ellas mismas fueran las artífices de su propio cambio, separándose de los varones porque la lucha va dirigida a las instituciones patriarcales que ellos representan.

¿Cuál fue el aporte a las problemáticas de las mujeres?

Las feministas radicales en los años 60 contribuyeron a visibilizar problemas de las mujeres que se consideraban privados, personales o naturales, como por ejemplo la seguridad de la mujer en espacios públicos, la violencia de género, la sexualidad, entre otros.
Así entonces, en marchas, grupos de autoconciencia (consistían en que cada mujer explicase las formas en que sentía o experimentaba la opresión) u organizaciones alternativas, se defendía el derecho al aborto, información respecto al uso de anticonceptivos desarrollando una salud y ginecología no patriarcales o se criticaba cualquier forma de explotación sexual de las mujeres (como la prostitución o pornografía), creando así espacios propios como guarderías, centros de mujeres maltratadas o centros de defensa personal.
El feminismo radical fue un aporte no solo para que las mujeres visibilizaran las relaciones o estructuras de poder como dominación masculina, que ellas definen como casta sexual. Sino también como un movimiento clave para la autoestima feminista, para que las mujeres no solo se empoderaran de conocimientos, sino también de sus cuerpos. Se apoyaban para descubrir el placer sexual o para defenderse de la violencia machista agrupándose para despertar la conciencia que tenemos sobre nuestra opresión y así poner las bases para su transformación, porque las radicales pretendían construir la teoría desde la experiencia personal y no de ideologías previas.

Momento declive

La negación de diversidad de mujeres dentro del feminismo radical fue una de las causas de su declive. La idea del “igualitarismo” que señalaba en el segundo párrafo, si bien se traducía como “nadie está por encima de otra”, entender la igualdad de esta forma trajo muchos problemas. Tanto así que muchas líderes fueron expulsadas y la tesis de sororidad de todas las mujeres unidas por una experiencia común (autoconciencia) se vio amenazada por la aparición dentro de los grupos de la cuestión de clase o de lesbianismo.
Pero lo que terminó por agudizar el fin del activismo del feminismo radical a mediados de los setenta, fueron los agónicos disensos internos más el desgaste del movimiento por sus características.



"Guía para la participación social y política de las mujeres" Rosa Escapa Garrachón, Luz Martines Ten.
"Los Feminismos" Ana de Miguel. Publicado en Celia Amorós (dir.) (2000) Diez palabras clave sobre mujer, Pamplona, Verbo Divino.
"Feminismo para principiantes" Nuria Varela. 

martes, 14 de marzo de 2017

El concepto de género y sus pioneras.

Ann Oakley nacida en Londres el año 1944, a la edad de 18 años estudia Licenciatura en Filosofía, política y economía. Su primer libro académico fue Sexo, género y sociedad, publicado en 1972 que es el primero en introducir el término de género en el discurso de las ciencias sociales. Desde entonces se empieza a hacer distinción de los términos sexo y género entre las feministas haciéndose válido para explicar que la subordinación de la mujer es algo construido socialmente y no justificado por la biología.
A lo largo de su carrera como investigadora ha mantenido el interés por el feminismo, proporcionando un ángulo único sobre por ejemplo, temas como el trabajo doméstico en el hogar, la maternidad, la salud y problemas sociales más urgentes como la delincuencia y el medio ambiente, que ella comenta son temas íntimamente ligados con ideas y practicas sobre lo masculino y femenino. Es por esto, que analiza el concepto de género según la organización económica, la división sexual del trabajo y el papel del hombre y mujer en las instituciones públicas.


Nelly Stromquist con Doctorado en Licenciatura en Educación para el desarrollo internacional y maestra en ciencias políticas, se ha relacionado con el cambio social y género desde la sociología crítica. Sus investigaciones sobre políticas y prácticas educativas, las relaciones de género y equidad, se han centrado la mayor parte en América Latina.
La Dra. Nelly, en sus teorías de género y educación, afirma que la escuela está activamente involucrada en la construcción del género. La naturaleza reproductora de la escolaridad a través del conocimiento y práctica diaria, construye normas tradicionales que colocan la masculinidad y feminidad en oposición, sin embargo, en estas teorías (donde se comprende el género como una construcción social simplemente en virtud del sexo) el conocimiento puede ser transformador a través del dialogo constante y la concientización.
Menciona también como estudio el cuerpo como espacio crítico, en donde las mujeres funcionan como seres humanos reproductivos, pero también como objetos y sujetos de deseo sexual. Y eso forma tal control de sexualidad en las mujeres que se les atribuye la sumisión, mientras que a la sexualidad de los hombres se les denomina como naturalmente agresivo e instintivo. Entonces, afirma que el cuerpo de las mujeres no son solo espacios contenciosos, sino espacios que el Estado y particularmente las políticas educativas evitan.


Judith Butler, nacida en 1956, actualmente una de las pensadoras más importantes del mundo por su trabajo como filósofa y sus estudios de las identidades y los géneros hasta los derechos humanos. Reflexiona además sobre la vida sin ataduras, sobre una lucha colectiva, también desde el feminismo como un “movimiento para los hombres, para las mujeres y para quienes desbordan el género normativo”.
Con su texto “El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad” irrumpe las teorías feministas para cuestionar al género como masculino-femenino. Y se convierte en el texto fundador de la teoría queer, donde explica que su atención se centraba en criticar un supuesto heterosexual dominante de la teoría literaria feminista.
Además, para Judith no solo el género son construcciones sociales, también lo es el sexo y están en permanente cambio.


Monique Wittig, feminista radical, escritora francesa y filósofa. Nace en 1935 y fallece en 2003. Se convirtió en una de las primeras teóricas y activistas del neo-feminismo. La mayor parte de sus ensayos se relacionan con el lesbianismo, feminismo y literatura, y así se conoce como una de las teóricas que aporta al lesbofeminismo.
Monique reconoce que las categorías sirven solo para disimular que las diferencias sociales implican siempre un orden económico, ideológico y político, porque todo sistema de dominación crea divisiones en el plano material y económico. Por lo tanto, la dominación nos enseña que: antes de cualquier pensamiento, en cualquier orden social, hay sexos que nos diferencian, y por tanto, tiene consecuencias sociológicas y ontológicas, que dividen finalmente el trabajo de la familia (que no es más que una división sexual).
Entonces, Monique entiende la categoría del sexo como una categoría política que funda la sociedad heterosexual y que naturalmente las relaciones (ya que, “hombres” y “mujeres” no son más que el resultado de relaciones) se basan en esta sociedad generando que la mitad de la población (las mujeres) sean heterosexualizadas y sometidas a una economía heterosexual.




Sin duda, el aporte de estas 4 teoristas ha sido fundamental hoy para poder aclarar el concepto de género y cómo es utilizado por las ciencias sociales. Sigue siendo un concepto binario, que no resuelve a aquellos que no se sienten dentro del género normativo, así que queda mucho por reconocer y trabajar en las investigaciones de las teóricas que aportaron al debate de éste concepto hace un par de años, y que es necesario vuelva a replantearse.



Fuentes: 

  • "El pensamiento heterosexual y otros ensayos". Monique Wittig. 
  • "Una categoría social del género en la educación". Nelly Stromquist.
  • "Género y derecho". Alda Facio y Lorena Fries.
  • "El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad". Judith Butler.

sábado, 11 de marzo de 2017

¿Cómo nace el feminismo?

Resumen

El nacimiento del feminismo aparece bajo el siglo de la ilustración, que es donde se empieza a plantear la idea de cómo debería ser el mundo y qué hacer para poder cambiarlo. En este marco, se promulgan declaraciones, tales como, la Declaración de Virginia, la Declaración de la Independencia de Estados Unidos y la Declaración de los Derechos del hombre y del Ciudadano, donde en esta última se reconoce que "los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos". Pero, las mujeres no estaban dentro de estas declaraciones, ni menos dentro de los proyectos de igualdad donde se le diera universalidad de derechos a todos, y que también pedía la razón ilustrada. Entonces, ¿cómo es que se consideraba normal hablar de igualdad y derechos, si se excluía a las mujeres?
Así es como surge el Feminismo. Desde ese cuestionar tanto en la teoría como en la práctica.
Es entonces cuando con el inicio de la Revolución Francesa se reconoce el papel detonante que tuvieron las mujeres. Sobre todo cuando tres meses después de la Toma de la Bastilla, un 5 y 6 de octubre de 1789, 6.000 mujeres parisinas protestan por escasez de pan, los altos precios, entre otras problemáticas de la época, protagonizando así la reconocida Marcha de Versalles.


Fuente: Guía de formación para la participación social y política de las mujeres de Rosa Escapa Garrachón y Luz Martínez Ten.

martes, 7 de marzo de 2017

Día internacional de la mujer trabajadora, y las sufragistas

Alrededor del siglo XIX y XX, ser mujer se tornaba algo difícil dentro del ámbito político y jurídico, por nombrar algunas de las problemáticas de la época: las mujeres no podían acceder a transacciones financieras con nombre propio, debían tener tutor. No tenían autorización a entregar hijos o hijas en adopción, quien lo hacía era el hombre. No podían quejarse de los malos tratos dentro del matrimonio. No tenían derecho a voto, divorcio y mucho menos aborto.
Es entonces cuando aparecen las mujeres sufragistas que descubren en la participación de los movimientos un efecto emancipatorio sobre ellas, que las organiza y que en un intento por reivindicar sus derechos se crea una lucha incansable por las víctimas de la pobreza, las condiciones insalubres, de explotación y marginación que vivían las mujeres, y que vivimos hasta el día de hoy.

Primeros pasos de la lucha feminista y el porqué de éste día.

La asociación NUWSS (National Union of Women's Suffrage Society) que presidía Millicent Fawcett, una fiel defensora de los derechos de las mujeres, sufragista y feminista, y que además logra en 1919 que mujeres mayores de treinta años pudieran votar en Reino Unido, organiza en febrero de 1907 lo que se conoce como la "Mud March" ("Marcha del barro") y que pasa a la historia como una de las marchas más simbólicas llevadas a cabo por el movimiento sugrafista inglés, con más de 3.000 mujeres marchando desde Hyde Park a Exeter Hall para abogar por el sufragio femenino.
Desde ese entonces las mujeres empiezan a crear redes de comunicación y organización que las facilitaría a luchar por el voto internacionalmente, y por esto, el 17 de agosto de 1907 es cuando se forma el Movimiento Internacional de Mujeres Socialistas en Stuttgart, Alemania. Con cincuenta y ocho participantes de Europa, India y Japón, se da paso a la primera conferencia donde se establece una secretaría internacional de la mujer liderada por Clara Zetkin de Alemania y se habla sobre el punto de partida que sería el derecho a voto de la mujer. Luego, en una segunda conferencia internacional, realizada en Dinamarca el año 1910, se adopta una resolución que señala un día al año como Día Internacional de la Mujer, que hoy se conmemora el 8 de marzo. Para aquella época sería un día para hacer campaña por el derecho a voto de la mujer y junto a eso su emancipación política, hoy significa un día para conmemorar a todas aquellas feministas que dispuestas a dar la vida, concientizaron y se organizaron para lograr hacer un cambio social en la estigmatización que sobrellevaban por años y que debieron soportar por miedo.


 El aporte de las sufragistas

Se reconoce en el momento que demuestran una acción política clara y hacen notar su desobediencia civil, en un marco estructurado de poder que estaba establecido, limitado y organizado por el poder patriarcal fascista. Claramente había matices, mujeres que recurrían a vías institucionales para lograr cambios, mientras otras preferían recurrir a ser escuchadas y así tensar cualquier espacio. Pero era un movimiento feminista con una dirección clara, organizaciones creadas en el seno del movimiento que no permitían desunir a éste, si no impulsarlo con más fuerza, algo que claramente nos falta replicar. Hoy nos preocupamos más de ser consecuentes, de encontrar el espacio apropiado, cuando en realidad el espacio está y debemos repletarlo de mujeres que han callado o que hemos sido calladas, en vez de pelearnos por quién lidera el movimiento o cual es la problemática más importante.
Preocupémonos de aquellas mujeres que dentro de los movimientos migratorios dan lugar a una larga cadena de mano de obra barata y precaria, mientras otras hacen su carrera y son profesionales. Preocupémonos de las mujeres que seguimos siendo víctimas de la división y estratificación social, porque se sigue reproduciendo el conflicto entre mujeres de la clase acomodada y mujeres pobres. Y preocupémonos de dar solución a esto, porque mientras las sufragistas en su época se lanzaban con un amplio programa reivindicativo de reformas sociales y políticas hacia las mujeres, nosotras aún estamos en la pelea chica de quién es más feminista que otra.
Copemos los espacios, participemos de organizaciones con ideales, concienticemos a las compañeras, hablemos con nuestra vecina, amiga y con familiares, creemos redes de comunicación y símbolos de expresión feminista, seamos mujeres empoderadas.

Y para finalizar este escrito por la conmemoración del día internacional de la mujer trabajadora, lo quiero hacer con un fragmento de un discurso de Clara Zetkin, en la conferencia internacional del año 1912:
“Ellas saben que es necesario luchar y morir en la lucha por la libertad. La lucha contra la guerra, y la lucha por la libertad, no pueden librarse sin las mujeres”.

Yo marcho el 8 de marzo, por ellas, por mí y por todas.

Christine de Pizán: Una feminista medieval

Cuando entendemos el feminismo, debemos hacerlo de acuerdo a tradiciones de tres siglos. Si así lo hacemos encontraremos categorías en cada obra feminista, que de acuerdo a sus tradiciones las autoras nos exponen las problemáticas que vivían (y que pueden aún perdurar). Entre esas autoras, se destaca Christine de Pizán, considerada la primera escritora de Francia gracias a su obra “La Cité des Dames” (“La Ciudad de las Damas”) que vio la luz en el año 1405. Una autora de grandes producciones literarias que hoy se estudian por sus ideas ilustradas de igualdad entre los sexos, que exponía entre tantas cosas, el abuso de poder de los hombres, la literatura misógina y la condición de la mujer en la Edad Media. 

Sobre Christine de Pizán
Fue la primera escritora en vivir de su producción literaria, pero rodeada de su familia real, colmada de lujos y de la burocracia del palacio. Su padre, un anatomista que le entregó conocimientos de la ciencia y la instruyó en la lectura de clásicos. Su madre, una mujer relegada a tareas domésticas que se oponía a que su hija se instruyera más allá del tejido y bordado.
Pero Christine empieza a escribir sobre la mujer y su condición de serlo recién cuando fallece su esposo, con quien se casó a los 15 años y cuando fallece también su padre. Luego de aquellos sucesos, decide no volver a casarse y dedicar su vida al estudio y la literatura.

Desde aquí empezaremos a comprender una feminista medieval, que nos relata a través de sus escritos la sociedad del siglo XIV dominada por el saber del androcentrismo, con puntos de vista hechos por hombres y para hombres. Vale mencionar que Christine no demuestra la realidad total de la mujer en la Edad Media, ya que, solo aquellas que eran elegantes, inteligentes o admirables por su belleza tenían una categoría social distinta, y por tanto, influían más. Entre ellas está Christine que por vivir con la realeza tenía más influencia que otras mujeres que no fueran excepcionales solo por su belleza, elegancia o por ser de una familia real. Pero sí fue una figura y lo es aún para las mentes modernas, puesto que, muestra un nuevo enfoque de la realidad social donde las mujeres podían vivir sin la “naturaleza” femenina que el hombre imponía (lo que puede ser válido hasta hoy, porque aún persisten los intereses masculinos que invisibilizan aportes de las mujeres) y también, porque en espacios donde influye la religión y el saber del hombre para el hombre, es difícil cuestionar la posición de una.

Una feminista medieval
Christine cuestiona su rol como mujer y desde esa polémica es que su aporte más significativo a la literatura feminista fue poner en disputa a los escritores medievales sobre la “naturaleza femenina”.

En los escritos medievales las mujeres éramos (y somos aún) consideradas “naturalmente” como melancólicas, es decir, como personas predispuestas a la depresión, tensión o lo que hoy se conoce como neurosis. Y claro, en un escenario donde eres constantemente cuestionada y sermoneada por tu “inferioridad natural”, es esperable que seas intolerable y tensa. Quizá hoy no necesariamente nos cuestionan desde esa posición, más bien, lo hacen porque hoy luchamos por terminar con estigmas, por obtener nuestros derechos y porque somos altas en “exagerar” cuando en verdad visibilizamos las problemáticas que hemos tenido que vivir y aguantar durante siglos en un mar de intereses masculinos que aún buscan callarnos.
También, éramos consideradas como las que vivían menos “por naturaleza”, pero fue refutado por Alberto Magno (Sí, un hombre), quién dijo “por condiciones reales y no principios básicos, las mujeres viven, de hecho, más tiempo”, aunque no se sabía en verdad cuánto es que vivíamos realmente se entiende que el análisis que hacían no era más que uno tradicionalmente masculino.

Históricamente la visión de nuestro rol a través de las distintas culturas ha sido en situación de discriminación y misoginia, entonces, ¿cómo es que Christine de Pizán pone en disputa a éstos escritores? Es claro. Lo hacía dándole sentido a lo que ella encontraba injusto. En sus letras imponía discursos en defensa de una cultura y pensamiento feminista, porque entendía que su crítica debía representar el valor a lo vivido, a su experiencia y por tanto, debía encontrar la manera de que con sus escritos se comprendiera la justicia de género en las relaciones sociales y con ello lograr deconstruir el concepto de cultura. Y lo hizo bien, porque desde esa disputa surgieron rasgos que se distinguen como prácticas feministas hoy día, por ejemplo, la idea de que la mujer “por naturaleza” es sujeto por derecho a ser ciudadana con voz femenina, a poder desarrollarse plena, abiertamente, en libertad y en poder sin límites, y con ello se transforma en la voz de muchas mujeres que cuando le daban sentido a su experiencia comprendían lo marginadas que eran en cada ámbito cotidiano y que era injusto que sucediera.
Christine incluso siguió la senda feminista luego de que sus escritos fueran callados por largos 14 años producto de la invasión inglesa de la avanzada Guerra de los cien años y tuvo que abandonar su país para refugiarse en otro. Por eso y más es que hoy se logra reconocer a Christine como la intelectual medieval que inicia consigo lo que hoy se conoce como feminismo.

Christine como ejemplo para las feministas de hoy
Quizá ahora es distinto el escenario por diversas razones, entre ellas porque nuestra teoría tradicional se encuentra hostigada por la posición posmoderna, y otra, porque muchas nos hemos olvidado de comprender una larga historia de tradición misógina en la que muchas mujeres se han visto soslayadas, acosadas y perseguidas, porque nos hemos preocupado de darle significado a lo de ahora sin reconocer lo que hace años ya era batalla.

Sin duda tienen que ser y seguir siendo nuestra voz, porque gracias a ellas le dimos noción a una larga cadena de vivencias que no queremos siga ocurriendo ni a nosotras ni a las que vienen.
Porque así como Christine de Pizán lo escribió en poesía, nosotras queremos gritarlo y que le haga sentido a aquellos que les molestan nuestros gritos.